La “Magna Magister litteris” era
la máxima autoridad en la legislación literaria, encargada de la regulación
internacional de la literatura. Un cargo que en el pasado había tenido un
grandioso peso político controlando a las masas por medio de las letras
dictando entre las líneas de los libros la historia de la humanidad, el cual había pasado de direccionar el rumbo de las naciones
a ser un puesto desprestigiado por su poca relevancia en el ámbito social.
Sin embargo aquella noche convocó
a junta urgente ante la inminente turbulencia que asediaba al mundo entero y poniéndose
de pie interrumpió el barullo y dio inicio a la sesión de la siguiente manera:
-Compañeros: Estamos aquí reunidos
por la problemática mundial que es de amplio conocimiento de todos los
presentes. La humanidad se enfrenta a una de las mayores pandemias
existencialistas en la historia, y aun que sea doloroso aceptarlo, asumo gran parte de la responsabilidad, ya que en
las últimas décadas he dejado hundirse a los libros en la marea tecnológica que
ahora ahoga a todos los que irresponsablemente intentaron cruzar nadando por
sus partes mas profundas.
Esta noche es mi deseo retomar la
importancia de mi cargo y desde mi función vital de autoridad ortográfica proponer
una solución tajante a la crisis. He decidido que el lenguaje requiere de una
grave modificación que sea quizá lo único que pueda salvarlo así como a sus
usuarios. Y aunque sé que es un acto por demás violento, la situación amerita
medidas dramáticas: He decidido eliminar al punto de los signos gramaticales.
Verán: después de una larga
reflexión me he dado cuenta de que el punto es el responsable de todos los
conflictos humanos. Las guerras están a la orden del día por que alguien puso
un punto final donde aun había cosas por escribirse, el amor muere
desesperanzado por los puntos suspensivos de las promesas que nunca se cumplen,
las ideas, y por consiguiente las personas, son separadas bruscamente por los
puntos y seguido que se interponen entre ellas como barreras infranqueables. Es
por eso, que he decidido que para devolverle a la humanidad el sentido del
infinito es necesario eliminar a su antítesis: El punto.
De ahora en adelante las personas
no conocerán las limitantes por que las historias no terminarán, no habrá
ningún signo arbitrario que determine el principio y los finales, todo será lo
mismo. Las ideas provienen todas del mismo pozo de conocimiento por lo que
entre ellas la barrera será únicamente una laxa coma que pueda ser usada como
trampolín de una palabra a otra evitando el pensamiento cuadrado. Respecto a
ese híbrido con mala fama que es el “punto y coma” pasará a ser lo más cercano
a una barrera gramatical, siéndole permitido conservar al punto ancestral
coronando a la coma, cual analogía del nuevo reinado de la afluencia del
pensamiento. Los que requieran dejar asuntos pendientes deberán usar “comas
supensivas” que serán un recordatorio de que este universo es no es mas que una
sucesión de acontecimientos infinitos. Y por último, los párrafos ya no
alentarán a la división geográfica de las páginas en continentes, siendo unos
más ricos en contenido que otros. Las historias deberán fomentar la unidad
total de la narrativa, exhortando al mundo a volver a su estado primario de
pangea, como un último llamado a la reconciliación de razas.
Hubo un ajetreo generalizado, los
grandes líderes se miraban entre sí, turbados, sin aventurarse nadie a expresar
opinión alguna acerca de la propuesta. El más consternado era el secretario
general, que se preguntaba si al aceptarse la moción, las leyes de la
misma se aplicarían desde ese momento a la minuta que redactaba. Al final hubo
un asentimiento generalizado y un minuto de fúnebre silencio por el redondo mártir
que era inmolado en pro de la evolución de la humanidad.
Lo disfrute como mi primer libro, sin calificativos para no arriesgarme a que la autora me arroje una taza caliente de cafe en la cara, solo reitero que goce el beso de palabras que recbi,,,,,, sin puntos en honor a Alexandra
ResponderEliminar@alquimista98