jueves, 20 de septiembre de 2012

Del cajón de los Octubres


Esto fue una especie de intento de hacer un diario con sentido, nació un Otoño hace unos cuantos años y como las historias que cuentan ya no resultan reelevantes he decidido publicarlo.

Lunes por la mañana

Me molesta la luz artificial a mitad de la mañana, en realidad no me gusta nunca, prefiero la luz natural o la obscuridad, pero no tengo remedio que aludir a ella, el sol no está lo suficientemente alto como para hacerse pasar por la ventana de la cocina. La mañana sabe a lunes, el primer día de la semana lleva siempre retales del domingo colados en su silueta, los asuntos de los días de descanso aun no se resuelven del todo y los restos de las lágrimas de la noche anterior permanecen en la taza de café matutino.
Me gusta leer por la mañana, la lectura es más tranquila, sin un objetivo fijo más que el de ser letras armónicas que pasan frente a mis ojos retratándome otro lunes, de otra época, de otra persona, con los mismos pensamientos. Yo también tengo esa “nausea” apática.

Miércoles a la hora de comida

El sol está decadente, es el otoño, una nunca sabe que hacer con este frío incipiente, pero ya se respire el invierno, recuerdo mi lectura de ayer, era un cuento para niños sobre el Halloween, hablaba de los cambios, octubre es siempre el portal hacía la obscuridad, los antiguos habitantes de la tierra le temían al final del verano, era como sumirse en una noche profunda que parecía no tener final, sin embargo hay que aprender a adaptarse a los cambios, y saber que no solo existen, sino que también son necesarios.

Salgo, necesito algo de la tienda, saludo al vecino, o mas bien me despido de el, se marcha, fumaba un cigarrillo y tenía algo en el rostro, es algo en las personas que se están enfrentando a un cambio de vida, algo en ellos es Nuevo, por un momento envidié eso, una vida adulta, una vida ajena, llena de cosas, o tal vez vacía de cosas, eso no importa, es otra existencia, hay otros sabores, otros olores, otros pensamientos en ella, otro rostro frente al espejo, y también cambia.

Me gustan los hombres, no me refiero al aspecto sexual, me pasa en especial con los ancianos, y también con ciertos hombres adultos, es como si escondieran una sabiduría diferente, una plenitud propia únicamente del sexo masculino, no se preocupan tanto por los sentimientos como las mujeres, por eso su existencia pasa de otra manera, mas pausada. Me gustaría introducirme en sus cabezas y ver el mundo desde su perspectiva, tener sus preocupaciones, conocer sus miedos, sus sentimientos. No quiero generar confusión  no soy humanista, no es un amor por la raza, sino por cierta porción de un género en especial. Hay algo en ellos que me gustaría tener.

Como el anciano del domingo regando las plantas por la mañana, era todo tan concordante, como si debiera estar justo ahí a la edad exacta que tiene y no podía haber sido de otro modo que domingo, el domingo por la mañana era el momento justo para que ese anciano en su camisa violeta saliera a regar las plantas, a sembrar un poco de aroma a primavera tardía en la primera mañana de invierno. Tenía cierto sentimiento poético derivado de su significado puramente mundano. En ese momento quise ser un anciano en una tarde de domingo regando plantas.

El encanto de la vejez, como lo menciona Milan Kundera, es la falta de futuro, ya no hay a que temerle el futuro es el presente el ahora es el mañana ya no hay mas, pareciera una vida que ya no tiene que preocuparse por la estética que tanto mortifica a la juventud, ni por la economía causante de cefaleas en la vida adulta, ni siquiera por la vida sentimental, todo ha pasado ya, entonces uno se levanta temprano y sale a regar las plantas, o tal vez a tomar una taza de café tranquilamente, leer sin otro objetivo que el placer de hacerlo, parece todo tan apacible, justo al final, cuando ya no queda nada por hacer mas que actuar de espectador.

Pienso en tí, es inevitable pensar en ti, te extraño, pero parece lógico que si pensabas marcharte fuera en octubre, el mes se acaba en 9 días, quisiera que ese fuera el tiempo de vida para lo que siento por ti
Me temo que no es así. Me inquieta el hecho de que hemos concertado una cita para mas tarde, se que será la última, desearía que no lo fuera,  o ¿tal vez no? tal vez, solo tal vez, esto sea el preludio a algo, sin embargo no tengo idea de lo que puede ocurrir
Todo pasa en octubre


Por la tarde


Hay algo en la ventana, es una luz que ya he vivido muchas veces, algo sutil, casi imperceptible que me déja un sabor a déjà vu me he quedado pensando en la última clase de psicología en la que hablábamos de la reencarnación, y si ya hemos estado aquí, si ya nos hemos encontrado antes?  Nos separaríamos por las mismas cosas? Una y otra vez en un eterno retorno hasta corregir las faltas?, no lo alcanzo a entender del todo, lo que es muy cierto es que hay miles de cosas que no podemos explicar, y entonces regresamos a ese pensamiento mágico. Y discernir entre lo verdadero y lo falso en ello es como lo decía el doctor, lanzar una moneda al aire en equidad de posibilidades, pero es siempre el resultado asi de equivalente, no hay  medias tintas, que pasa si dios juega a los dados? Que pasa cuando el dado cae sobre su arista?

Pienso en ti, de Nuevo, pero ya no se que es lo que pienso. La cosa con los pensamientos es que no tienen rostro, se pueden estirara hasta el infinito, pero eso no quiere decir que siempre sigan una línea recta ni continua.

 Jueves en la tarde

 

Ahora pienso en la existencia, no en la mía, sino en la tuya, o mas bien en la ausencia de ella, me doy cuenta de que la única manera de no extrañarte es la de darme cuenta que las cosas y las personas existen sólo en la medida que rozan nuestros sentidos, si  no estás frente a mi, tangible, eres tan sólo una idea, un concepto, de algo que amoldo para crear la imagen mental de lo que me es útil en ese momento, una idea de amor, de odio, de celos, de pasión, de ternura, de angustia, de cualquier cosa menos de ti, cuando no estás frente a mí eres tan sólo una máscara que utilizo para que mis sentimientos tengan forma y sustentar las escenas mentales en las que me embarco con ellos.

Cuando estamos frente a frente, te vuelves real, materia, existencia pura, independiente de mi, ya no te amoldas a mis “momentos perfectos”, eres una persona aparte con una historia propia que intento torpemente mezclar con la mía, no siempre funciona, la mayoría de las veces vivimos historias simultáneas sobre el mismo escenario,  con distinta trama.

 La historia que viví contigo todo el tiempo fue completamente diferente en tu cabeza, y de pronto, al poner las cartas sobre la mesa, ambas tramas se miraron de frente, desnudas, indefensas ante un extraño, ante un espejo que no habían conocido nunca, empañado, amorfo, espejo ventana, espejo laberinto, espejo de vidrio viejo, fragmentado, de un color diferente, se dieron cuenta de que en todo este tiempo no hicieron mas que intentar abrazar a un ser imaginario, se quitaron las vendas de los ojos para descubrir su carencia de córneas.

De nuevo es “esa” hora de la tarde, pero ha perdido ese tono de “deja vu”, tu ya no estas, nunca volveras a estar conmigo  a esta hora, en este lugar, nunca volveré a encontrarte sentado en el portal, mirándome fijo con tus ojos negros que intentaban desesperadamente nadar en el verde de los míos sin ahogarse, no lo lograron, no supieron penetrar de la manera apropiada. No se que veías a través de tus pupilas cuando me mirabas de esa forma, era como si me inventaras de nuevo para ti, me gustaría conocer a la mujer que besabas mientras me tenías en tus labios.

Y sin embargo se respira “algo” en el ambiente, esta mañana he descubierto que tengo ahora yo esa expresión que hace un dia o dos envidiaba de las personas que pasan por un gran cambio, estaba frente a mi, bajo el maquillaje y encima de el , en el perfume, en la ropa, en el invierno que tocaba la puerta sigiloso, cómplice.

Respiré como nunca lo había hecho, supuse que te extrañaría y estaba en lo correcto, pero ahora puedo concebir que será momentáneo, me sentí liberada, sin el peso del amor sobre mis hombros, lista de nuevo sin equipaje para lanzarme de nuevo en cada libre hacia lo inesperado, dispuesta a toparme con algo nuevo  “ algo nuevo” sin duda, es eso lo que necesito, algo que sea diferente y al mismo tiempo igual a lo que he conocido, no se como describirlo, se que debe haber mas vida a la vuelta de la esquina y estoy loca por ir a buscarla, como si nunca me hubiera dado cuenta de mi libertad coartada hasta ahora que la he recuperado.

 

No se que día es hoy

Salgo a caminar de nuevo, el año avanza tan a prisa que se han borrado ya la mayoría de las hojas secas en el pavimento, ahora solo queda el frío, ahora que sigues ausente y que sigo extrañándote tanto, ahora que me he cansado de buscarte en otras caras, todo parece repetirse.

Entro a la tienda y entran dos mujeres una agarrada de la otra, piden una veladora, en sus ojos se dibuja una melancolía perfecta, como si tuviesen la medida justa de tristeza, sus colores son opacos, una es muy delgada, la otra algo vieja, algo torpe, se guían mutuamente, como un par de ciegas, son crepusculares, parecen salidas del país de octubre, se marchan, me marcho, de vuelta a casa me topo de nuevo con el anciano, su camisa no es violeta, ahora lleva un suéter ocre a cuadros, un pantalón marrón, camina justo por la mitad de la acera, pasa justo debajo de un árbol cuando este va desprendiendo sus últimos rayos, tiene el horizonte de fondo, me estremece el corazón, son momentos perfectos, momentos que no se dan cuenta de su propia existencia, instantes que nadie nota y que se esfuman sin haber visto la luz.

Regreso a casa, prendo mi veladora, las mujeres me hicieron sentir la necesidad de comprar una yo también, me preparo un café, ahora sabe diferente, sabe a ausencia, me siento a escribir frente a la ventana, la tarde dorada, la noche presente, la catedral mirando fijamente a la ciudad, el cielo sin golondrinas, Sabina de música de fondo…y de nuevo pienso en ti.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

El hombre péndulo


I
Ese rostro era la apocatástasis de las caras que le daba miedo mirar, empezando por la propia. Aun que no pudiera verlo de frente sentía su mirada latente por donde fuera que esparciera su presencia, habían pasado algunos años desde que decidió alejarse de aquel precipicio, como quien huye de las fauces del tártaro, sin embargo, la sola mención del nombre la hacía sentir la corriente fresca de su sangre hirviendo como si aun estuviera del otro lado de la puerta, golpeando furiosamente exigiendo entrar.

Sería poco honesto decir que desconocía la razón por la cual aquel hombre de sombrero negro ejercía esa mórbida fascinación que la mantenía unida por hilos transparentes a su sombra, el hecho de haberlo dejado atrás era un mero pretexto para tranquilizar su alma, hacerla pensar que desaprobaba la maldad y estaba del lado de lo “correcto”, sin embargo, bajo el tableado de su apacible exterior latía el corazón delator de los amores rotos.

martes, 18 de septiembre de 2012

El hombre paréntesis


Sabía que detrás de cada frase tuya había un larguísimo contexto de subtítulos entre parpadeos. El lenguaje siempre fue el terreno más fértil para sembrar nuestra historia: un vaivén de comentarios entre paréntesis para guardar bajo llave lo que no nos atrevimos a decir. Nunca entendí la razón de tal proceder; tu insistencia abrumadora de no llamar las cosas por su nombre  parecía tan arraigada que terminé aceptándola como una verdad inexorable y aprendí el tacto de los besos callados sin mayor explicación que lo sobre-entendido, antes de darme cuenta estaba siguiéndote los pasos sobre terreno flotante como si fuera la estrategia mas lógica para llegar a alguna parte.


Supongo que el encanto de desafiar a la realidad y sus convencionalismos, lo surrealista de tus visitas y desapariciones repentinas, la ausencia de motivos, el amor tibio pero sin tintes de amargura, la seguridad amable de lo conocido. Capítulos azarosos sin afán de construir una novela épica que vuelvo a abrir cada vez que te encuentro fácilmente, sin la pesada sombra de los principios y los finales, sin trama, solo personajes encargados únicamente de existir.